Versos del 1 al 13
El incestuoso. En clara oposición a la conducta autosuficiente de los corintios, Pablo va a denunciar un caso de incesto.
Una vergüenza que precipita la fermentación del mal en la comunidad entera como la levadura en la masa.
El Apóstol propone una reunión de la comunidad en el Nombre de Yeshúa, para decidir qué hacer con el incestuoso.
Aunque ausente corporalmente, el Apóstol declara ya su voto: que “entreguen ese individuo a Satanás” (vs 5).
La expresión nos puede parecer excesivamente dura. Probablemente se trata de un modo de hablar de excomunión.
De todas formas, el castigo es medicinal y caritativo, para que “se salve el día del YEHOVAH” (vs 5).
Otro caso de excomunión se encuentra en la correspondencia de Pablo con la misma comunidad de Corinto (2 Corintios 2, 5-11).
El castigo surte efecto y Pablo mismo recomienda que el hermano sea readmitido en la comunidad.
El Apóstol aprovecha el caso para recordarles lo que ya les había escrito en una carta anterior que no se ha conservado, donde puntualiza las normas de comportamiento y trato con los gentiles.
El contexto socio-cultural de Corinto, una de las ciudades más corrompidas del imperio romano, planteaba a aquellos cristianos un serio problema de convivencia con los de fuera de la comunidad. Pablo hace una distinción.
Con los inmorales, explotadores, avaros e idólatras no cristianos, les dice que se comporten con normal convivencia.
El cristianismo no es una secta. Sin embargo, con los corrompidos, explotadores y avaros “de dentro” Pablo viene a decir que sólo son cristianos de nombre, el Apóstol es taxativo y duro: “Con ellos, ¡ni coman!” (vs 11).
Aunque expresado en forma negativa, Pablo está refiriéndose al sentido de identidad que debe tener una comunidad de creyentes, a los lazos de unión, de corrección fraterna, de mutua solidaridad y de radicalidad en el seguimiento de Yeshúa.
Pablo al mismo tiempo que protege a sus miembros, les capacita para ofrecer a los de afuera su testimonio cristiano.