Versos del 1 al 5
Contra el pacto con Egipto. El cuarto “ay” de amenaza ahora va dirigido contra Ezequías, que ha decidido aliarse con Egipto para enfrentarse a los asirios. Efectivamente Judá recurrió a Egipto entre el 703-702 a.C.
Isaías es contrario a esta política, no ve necesario buscar otro apoyo fuera del que ofrece el Señor.
Ciertamente Egipto prometió ayuda, pero a la hora definitiva dio la espalda a Judá (Isaías 31, 1-3).
Versos del 6 al 7
Contra la embajada. Continúa la mofa contra los embajadores de Ezequías que, cruzando el Negueb, tienen como destino final el país egipcio.
“Rahab”, “Caos”, “la Bestia del Sur”, era un monstruo de la mitología antigua, según la tradición popular, dicho monstruo se había vuelto inofensivo (Job 26, 12).
Por transposición de ideas, Egipto que había sido un imperio poderoso, ahora es un imperio inofensivo.
Versos del 8 al 17
Testamento de Isaías. Este poema está compuesto por tres oráculos (vs 9-11; 12-14; 15-17).
Tienen como idea central la terquedad del rey y sus consejeros al no aceptar las recomendaciones del profeta.
Para que conste, el profeta decide poner por escrito lo que ha dicho al rey. Quizás el tiempo le daría la razón.
Los versos 10 al 11 son una llamada al profeta para que anuncie cosas halagüeñas.
El mensaje de los profetas casi siempre resulta incómodo y poco grato de escuchar, con todo, el hombre de Dios no puede, por fidelidad a su vocación, regalar los oídos al rey.
Otro signo para conocer al verdadero y al falso profeta (Zacarías 10, 2).
Versos del 18 al 26
Conversión del pueblo. Después de las amenazas anteriores, encontramos en este pasaje un tono esperanzador.
El Señor no olvidará a su pueblo ni le quitará completamente su apoyo, el pueblo podrá reconocer que sólo Dios es quien le protege.
El signo de esta aceptación será el rechazo a todos los ídolos que muchos judíos tienen en sus casas (vs 22).
Versos del 27 al 33
Teofanía y castigo de Asiria. Este pasaje nos recuerda la inminente amenaza de invasión por parte de Asiria en 701 a.C.
El Tofet, fue por mucho tiempo el lugar donde en la propia Jerusalén se quemaban los niños que eran ofrecidos al dios Moloc (2 Reyes 23, 10; Jeremías 7, 31).
Isaías, que conoce muy bien sus tradiciones, vaticina que este lugar está ahora preparado para el rey asirio.