El sabio. En contraposición a los hombres que no pueden hacer otra cosa que trabajar con sus manos desde que sale el sol hasta su ocaso, Ben Sirá describe la vida de quien sólo se ocupa del estudio y de la investigación.
Claro que no hay referencia al estudioso de ninguna otra ciencia, no se refiere al intelectual en general, sino al que se dedica al aprendizaje y al estudio de la Ley del Señor y, en fin, al contenido de las Escrituras y sus mejores intérpretes.
Versos del 1 al 11
Este sabio o escriba, tiene un horizonte mucho más amplio: puede servir a los grandes y viajar por países extranjeros, lo cual es fuente de más y más conocimiento y sabiduría (vs 5).
Pero en medio de todo, y como componente esencial de esta “carrera”, deben estar presentes la oración y la sabiduría de la Torá, pues YEHOVAH DIOS es fuente última de toda sabiduría (vs 5-8).
Una especie de recompensa final de esta vida así encauzada, es el reconocimiento público y la fama, lo cual garantiza la perpetua memoria del sabio después de su muerte (vs 9-11)
Versos del 12 al 35
Exhortación: todo es bueno. Ya desde el Génesis 1,1-2. 4a, se habían enfatizado la bondad de toda la creación, como consecuencia de la misma bondad de YEHOVAH DIOS.
Lo mismo que la armonía y la función que desempeña cada criatura dentro del conjunto de la obra creada.
Ben Sirá vuelve a reflexionar sobre ello, pero agregando ahora lo que él puede constatar desde sus observaciones.
YEHOVAH DIOS creó todas las cosas por su propio reflejo, por ello, toda la creación es buena, sin embargo, el pecado del hombre ha infringido maldad y perversión sobre la tierra.
Los fenómenos naturales, huracanes y terremotos, son productos de sentencias por causa del derramamiento de sangre inocente.
Ellos son la manifestación de los Juicios Divinos que hace el Creador sobre los hombres, procurando que el ejercicio del arrepentimiento haga volver al camino de la Santidad a los hombres, que se dispersaron.
Gracias a Yehovah Dios Volvemos al camino. Que nos lleva a la salvación.