Versos del 1 al 4
Dios castiga. En la época del Antiguo Testamento, todo el mundo aspiraba a tener una prole numerosa.
Ser padre y madre de muchos hijos era un signo de bendición divina; con todo, en estos 4 versos, Ben Sirá advierte que lo importante no es la cantidad de hijos, sino la calidad de esos hijos.
“Más vale uno que mil”, “más vale morir estéril que tener descendientes arrogantes” (vs 3).
El criterio es el cumplimiento del deber que, en la mentalidad del autor, es lo mismo que amar y respetar al Señor y demostrarlo cumpliendo sus preceptos.
Versos del 5 al 16
Son como una demostración de lo expuesto al inicio, con testimonios de su propio tiempo “lo que han visto mis ojos” y con argumentos históricos “lo que ha escuchado mi oído”.
Ben Sirá hace ver cómo, distintos grupos del pasado se entregaron al mal, se rebelaron contra Dios y por eso fueron juzgados, porque Dios juzga a cada uno según sus acciones.
En el fondo, lo que quiere enseñar el autor es que los padres actuales se deben preocupar de engendrar hijos y formarlos bien, por el camino recto a su generación, para que no repitan las mismas acciones de los antepasados.
Versos del 17 al 30
Dios ve. Este fragmento parece responder a alguna situación generalizada en la que tal vez estaban cayendo mucho los israelitas de la época, quizás influenciados por ciertos conceptos sobre YEHOVAH DIOS, el hombre y el mundo, introducidos por el pensamiento griego.
La enseñanza es que no hay que hacer el bien o el mal sólo porque YEHOVAH DIOS me ve o no me ve, hay que, actuar bien, rectamente porque ésa es la vocación humana de acuerdo al Plan de YEHOVAH DIOS.
La búsqueda del bien, el mal no “perjudica” a YEHOVAH DIOS, me perjudica a mí y a mi prójimo y en cuanto al juicio de mis acciones, no hay que esperarlo directamente de YEHOVAH DIOS, primero está el de mi propia conciencia y el de ese prójimo que ha salido beneficiado o perjudicado con mis actos.
Sólo entonces, sabremos cuál podrá ser el juicio de YEHOVAH DIOS.